Por qué sudamos

El sudor sirve para enfriar el cuerpo. Cuando hace calor, a partir de unos 37 grados (98,4 grados Fahrenheit) de temperatura corporal externa, el calor sólo puede liberarse a través del propio sistema de aire acondicionado de nuestro cuerpo, mediante el sudor. La regulación del cuerpo es aún muy inestable en los niños pequeños, hasta los 4 años aproximadamente. Pero también se deteriora en las personas mayores, a partir de los 65 años aproximadamente.

Cada día se evaporan de nuestra piel pequeñas cantidades de líquido que evitan que nuestro cuerpo se sobrecaliente. Cuando las gotas de sudor se hacen visibles en la piel, se habla de sudoración. Los vasos sanguíneos se dilatan y los poros de la piel se abren. Todo el mundo está familiarizado con estas situaciones, cuando la presión arterial y el ritmo cardíaco aumentan en situaciones excitantes, de miedo o alegría, y las palmas de las manos, la frente o las axilas se humedecen.


Regulación de la temperatura corporal a través del sistema nervioso autónomo El sistema nervioso autónomo también se conoce como sistema nervioso autónomo porque funciona sin control voluntario. Regula el funcionamiento interno del organismo y controla, entre otras cosas, la actividad glandular, la circulación, la frecuencia respiratoria, la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, el metabolismo, la temperatura corporal, la excreción, la actividad, el sueño, el crecimiento, la maduración y la reproducción.

El sistema nervioso autónomo consta de dos grandes zonas nerviosas con funciones opuestas. Mientras que el sistema nervioso simpático (sistema nervioso simpático) es responsable de la actividad, la reducción de energía y el esfuerzo, el sistema nervioso parasimpático (sistema nervioso parasimpático) es responsable de la recuperación, la relajación y el almacenamiento de energía.


Al sudar, el cuerpo no sólo excreta agua, sino también toxinas y productos de desecho metabólicos como urea, ácido fórmico y acético, ácido láctico, sales minerales y toxinas que han penetrado a través de los alimentos, el aire y el agua a través de los poros. Las células cornificadas se disuelven. Los orificios de las glándulas sebáceas se abren, el sebo queratinizado se ablanda, el exceso de agua del tejido conjuntivo se excreta y la piel se limpia en profundidad. Si las glándulas sudoríparas y sebáceas no funcionan lo suficiente, la piel se reseca, tiende a descamarse y pierde elasticidad. A menudo se hace referencia a la piel como el tercer riñón por su gran capacidad para excretar sales y productos de desecho.